Una mujer visita la casa de su vecina después de oír llorar a su bebé durante horas. Cuando entra y ve esto, grita: "¡Dios mío!".
La historia comienza a continuación
Oí llorar a su bebé durante horas, sin parar, unos lamentos desesperados que me revolvieron el estómago. Cuando nadie abrió la puerta, entré.
Fue entonces cuando lo vi: el bebé tumbado solo en el lavabo, con el agua aún corriendo, empapado y temblando. Se me encogió el corazón.
¿Quién deja así a su hijo? Envolví al bebé en una toalla y pedí ayuda inmediatamente. Pero cuando llegó el médico, lo que me reveló fue diez veces peor...
El llanto comienza de nuevo
Estaba empezando a cenar cuando oí de nuevo el eco de los llantos del bebé. El sonido atravesaba las paredes de mi pequeña cocina, haciéndolo imposible de ignorar.
¿Qué está pasando ahí?", murmuré para mis adentros, esperando que los llantos cesaran pronto, pero no fue así.
La lasaña que estaba preparando permanecía intacta sobre la encimera mientras los lamentos seguían llenando la habitación.
Dejé la cuchara a un lado, incapaz de concentrarme en la comida con aquellos gritos cerca.
Pasan dos horas
Miré el reloj y me di cuenta de que el bebé llevaba ya dos horas llorando. El sol se ocultaba en el horizonte y las sombras empezaban a extenderse por el suelo del salón.
Fruncí el ceño, sabiendo que no era normal que un bebé llorara tanto tiempo sin ninguna señal de consuelo. Linda no solía ser tan descuidada.
Ahora que se acercaba la noche, tenía que asegurarme de que todo iba bien. Algo no iba bien; lo sentía en las tripas.
En busca de respuestas
Preocupada, fui a casa de mi vecina Linda y llamé a su puerta. La madera sonó hueca bajo mi puño cuando grité: "¡Linda! ¿Va todo bien?
Tras mis palabras se hizo el silencio y apreté el oído contra la puerta, esperando alguna señal de vida.
Los llantos del bebé se habían reducido a suaves gemidos que me produjeron un escalofrío. Nerviosa, volví a llamar a la puerta, esta vez más fuerte, deseando que Linda o alguien apareciera y me lo explicara.
Silencio inusual
No contestó nadie, lo cual era inusual porque yo sabía que ella estaba en casa esta mañana. El coche de Linda estaba aparcado fuera, y recordé haberla visto traer la compra ayer mismo.
"¡Linda! Volví a llamar, más alto, con la esperanza de que estuviera ocupada o de que los gritos hubieran ahogado mi voz.
Pero el silencio que siguió me produjo un escalofrío de preocupación y me confirmó que algo no iba bien en aquella casa.